La adolescencia es una etapa conocida especialmente por su dificultad. No negaré que tiene su particularidad que a menudo los padres o adultos no sabemos cómo gestionar, pero mirarla como una etapa difícil lo que hace es que la vivamos con dificultad.
Es una etapa en la que se destapan conflictos y mala gestión de las emociones de etapas anteriores, así como problemáticas ocultas en los padres o educadores. A menudo, nuestros hijos actúan de espejo de lo que no gestionamos bien en nuestra adolescencia o de aquellos conflictos no resueltos con nuestros propios padres y con nosotros mismos.
Aceptar a los hijos tal y como son, darnos cuenta de que a menudo la base del conflicto es nuestro miedo o nuestra rabia reprimida y que los hijos son nuestros maestros, ayuda a suavizar las tensiones que a menudo se crean entre generaciones.
En las sesiones de terapia acompaño a padres y madres a educar a sus hijos en esta etapa tan retadora y ayudo a los adolescentes a gestionar las emociones, a comprender y resolver sus conflictos internos que se manifiestan también al exterior, sobretodo con los padres y en el instituto.
Entiendo a la persona como parte de un sistema donde las decisiones y acciones de unos afectan a otros, de modo que intento en la medida de lo posible trabajar con el adolescente desde una vertiente sistémica implicando en el proceso terapéutico a todos los miembros de la familia que creo necesarios, siempre que sea posible.